Como muchos sabréis mi especialidad es la Guerra Civil. La elección de este tema tiene mucho que ver con mi creencia de que queda mucho por hacer en este terreno. Quien haya acudido a mis visitas sabrá que apoyo la creación de un Museo de la Guerra Civil, apoyo la creación de un centro de investigación sobre la GCE y el franquismo, y apoyo cosas como la excavación de las fosas comunes para poder enterrar con dignidad a todos aquellos que fueron fusilados en el marco de una guerra que jamás debió de producirse. Así, en estos días en los que tanto se está hablando sobre este asunto, no puedo por más que expresar mi opinión sobre lo que está ocurriendo y mi apoyo concretamente a esta política del nuevo Gobierno.

El gabinete de Sánchez, siguiendo las instrucciones de la Comisión de Expertos para el Futuro del Valle de los Caídos (CEFVC en adelante), quiere modificar la realidad del monumento mediante, entre otras acciones, el traslado del cuerpo de Franco a otro lugar y el traslado del de José Antonio Primo de Rivera dentro del mismo templo.

Quizás a alguno le llame la atención lo de José Antonio, porque ciertamente es de lo que menos se habla. Casi todos los periódicos se centran en la figura de Franco. Basta con dar una hojeada rápida a los buscadores para ver lo que comento. Meteos en www.elmundo.es y en su buscador escribid: “Valle de los Caídos”. Mirad los titulares de la primera página. Operad igual en www.elpaís.com, en www.abc.es… Los resultados son los mismos, prácticamente. Para por si no me creéis, aquí tenéis una noticia con vídeo en el que Carmen Calvo, vicepresidenta del Gobierno, habla del traslado de ambos.
Claro, alguno dirá que el hecho de que se hable más de lo de Franco es porque al menos Primo de Rivera permanecería en la Basílica, aunque fuera en otro lugar. Pero lo cierto es que, como dijo en su informe la CEFVC, el Valle de los Caídos es un monumento a los Caídos por Dios y por España; esto es, a los muertos en la Guerra Civil. Franco, como creo que todos sabemos, no murió en la Guerra Civil. Por ello su presencia en este colosal mausoleo desfigura incluso la simbología que el mismo Franco le había dado. No ya la que se pretende darle ahora, sino la que el mismo Franco le había dado. Esto es lo que explica que el Gobierno no pretenda sacar del monumento a Primo de Rivera y si a Franco. Y eso convierte la reacción contra la exhumación de Franco en algo distinto de la simple defensa del patrimonio histórico.
Mientras tanto, la Fundación Nacional Francisco Franco llama a un nuevo alzamiento en su editorial del 18 de julio (que apropiada fecha). Uno quiere pensar que lo hacen de un modo simbólico (hablan del alzamiento de la verdad, de las familias, etc.). Es decir, quiero pensar que llaman simplemente a realizar manifestaciones, a pedir un referéndum o cosas por el estilo. Sin embargo, el miedo a algo peor queda ahí. Primero por la forma de identificar a Pedro Sánchez con el marxismo: lo tilda de «Gobierno seudo marxista». Y segundo por párrafos como éste:
«El 18 de julio de 1936 más de media España se alzó en armas para defender la integridad de nuestra Patria y las raíces cristianas de nuestra nación ante la inminente revolución comunista que amenazaba la propia existencia de España. Y por desgracia sobrevino una cruel guerra civil en la que sufrió toda una generación.»
Dejemos aparte la última frase, de la que casi parece que los culpables de la guerra sean todas aquellas personas leales a la II República que impidieron que el golpe triunfase de forma inminente. Lo preocupante, aquí es el hecho de que se justifica el golpe de estado que se dio por la defensa de la integridad de nuestra Patria (¿comparan con la situación de Cataluña?) y de las raíces cristianas ante la inminente revolución comunista (¿estarán aquí identificando al actual Gobierno con el Frente Popular?).
Al mismo tiempo que la FNFF hace estos llamamientos, grupos de ultraderecha han hecho sus propias concentraciones. El pasado domingo 15, brazo en alto, proclamaban que «El Valle no se toca» o cantaban el Cara al Sol. Ayer por la mañana, en cambio, acudían a reventar una manifestación antifranquista, haciendo uso de los mismos lemas y gestos.
En cambio, en Europa y Estados Unidos se preguntan por qué esto está pasando en España (ejemplos en Le Monde, La Repubblica o The New York Times). Y no se preguntan por qué se plantea el debate, sino por qué ahora. Por qué todavía no se ha resuelto este problema. Porque, aunque es cierto que la ultraderecha está repuntando en Europa (Lega Nord en Italia, Rassemblement National en Francia…), el estudio de los fascismos históricos y las pedagogías en torno a este tema están ya muy desarrollados. La apología del fascismo está prohibida en lugares como Italia, Alemania o Francia. Y desde luego, no hay un lugar de culto a Hitler o a Mussolini. Ni siquiera al Maréchal Pétain, quien pese a haber sido colaborador de los nazis fue, antes, el gran héroe francés de la Primera Guerra Mundial.
Nosotros, al contrario, seguimos celebrando misas en honor a un dictador en el Valle de los Caídos. Se le honra cada 20 de noviembre, aniversario de su muerte. Ese mismo día se honra también al fundador del mayor partido fascista de la historia de España (ojo, que pese a lo que pueda parecer estos dos señores no se llevaban nada bien entre sí). Cada 19 de julio se hacen actos de exaltación del Alzamiento frente al Monumento a los Caídos en el Cuartel de la Montaña. Y, visible recientemente, cuando se propone trasladar a ese dictador a una tumba más modesta, se produce frente al monumento donde está enterrado una concentración en la que todos los asistentes hacen el saludo romano.
Pero claro, en Europa triunfó la Democracia. En España hubo de llegarse a acuerdos con los restos del franquismo para poder re-importar la Democracia. Por eso hoy en día tenemos que seguir potenciando las políticas de «memoria histórica»; por eso hoy en día seguimos teniendo estos debate.

PD: Es importante señalar que la intención no es olvidar aquella etapa. Nadie pretende borrar a Franco de la Historia. Sólo se pretende evitar honrar a un dictador y evitar también los peregrinajes a su tumba, así como crear un centro en el cual todos podamos aprender (de) lo que ocurrió en aquella cruenta guerra y los años posteriores.