La historia de Madrid se puede estudiar de muchas maneras y una de las más amenas es, tal vez, la lectura de novelas. Eso sí, hablo de novelas escritas más o menos en la época en la que se ambientan. Esto permite aproximarnos a Madrid a través de los ojos del propio escritor, con únicamente el filtro de la subjetividad y la necesidad literaria.

En el artículo de hoy os voy a hablar de una trilogía que a mí me mantuvo enganchado. Es una de esas trilogías que nos hacen estudiar en el instituto, como obras maestras de la literatura hispana, pero que seguramente muchos no hemos leído o las hemos leído ya más mayores. Os hablo de la trilogía de La lucha por la vida, de Pío Baroja y publicada por primera vez en 1904 por Fernando Fe.

En estos libros Baroja va a centrarse en contar la vida de Manuel. Un madrileño cuya evolución personal podremos seguir en paralelo a la evolución de Madrid. De esta manera el primer libro, La Busca se centra en su adolescencia, Mala Hierba en la juventud y Aurora Roja avanzaría ya hacia la madurez.

En las tres novelas Baroja desarrolla un profundo realismo, que es el que hace que esta trilogía pueda interesar para este blog. Pero es que además consigue ese realismo con un estilo muy vivaz. Es un libro muy sencillo de leer, en el que Baroja busca constantemente no sólo el realismo que decimos sino ser cercano, llegando a hacer comentarios directamente al lector.

En La busca nos narra la vida de este personaje tras su regreso a Madrid, tras una breve estancia en el pueblo de sus tíos. Un regreso que se torna más duro de lo esperado y que llevará a Manuel a “tocar fondo”. Conoceremos en este periplo a sus primos Vidal y Leandro, al peligroso Bizco, al romántico don Roberto, al humilde Custodio (cuyo nombre no creo que sea azaroso) y por supuesto a su madre Petra. Y en todo ese tiempo conoceremos también cómo eran los bajos fondos madrileños. Tanto en la ciudad antigua como en el Ensanche.

En ese aspecto la novela destaca por dar muchas notas que, aun simplemente esbozadas, nos acercan al Madrid más corriente. Nos cuenta Baroja cómo era el barrio de las Peñuelas; cómo funcionaban las casas de huéspedes del centro; nos adentra en los cafés cantantes que tan de moda estaban en aquel momento. Y entre todas esas cosas nos muestra algunas de cómo evolucionaba aquella sociedad. Por poneros un ejemplo de a qué me refiero, nos habla de cómo un tío de Manuel tuvo que convertirse de zapatero a zapatero remendón para poder sobrevivir frente a la naciente y pujante industria zapatera. Algo que no fue, en ningún caso, una excepción.

En La lucha Manuel había llegado a la convicción de que tenía que hacer algo para salir de su situación. Por lo tanto, lo primero que hará en Mala hierba será afrontar la realidad y buscar una solución. En este nuevo camino los personajes principales serán el ya conocido don Roberto, el vago Bernardo, el tunante Mingote y la baronesa. En este segundo libro realmente no encontramos tanto detalle de la sociedad, aunque sí hay alguna pincelada sobre las clases acomodadas.

Más enriquecedor resulta Aurora roja. En el va a destacar la presentación de Juan, el hermano de Manuel, quien llega después de un largo viaje a Madrid. Y destaca también la Salvadora: otro nombre poco azaroso. Pues aunque Manuel ya ha conseguido “reglamentar su trabajo y su vida”, ella hará que mejore todavía más.

El caso es que si en el primer libro habíamos conocido los barrios obreros del sur de Madrid, y en el segundo nos habíamos trasladado al puro centro, ahora en este tercer libro el viaje será por los barrios del norte. Los bulevares, el Asilo de San Bernardino, la sacramental de San Martín o el merendero del Partidor. Con este merendero nos muestra una de las formas que existían en el momento de distraerse, de tener ocio, y por tanto un aspecto muy importante de la sociedad. Y en ese mismo libro el autor se adentra en el mundo del anarquismo, enseñándonos una parte (y solo una  parte) de esa sociedad alternativa que suponían los anarquistas de la época.

En definitiva, La lucha por la vida no es simplemente la historia de Manuel Alcázar. Tampoco es simplemente un libro moralizante, a pesar de que tiene su mensaje. La lucha por la vida es también un espejo del Madrid del cambio de siglo. Un espejo en el que el reflejo no se ve nítido, pero en el que se aprecian bien las siluetas.