Hace ya seis años del cierre del Museo de la Ciudad. Seis años del cierre de un museo que era en ese momento el tercero más visitado de entre los museos municipales de Madrid, solo por detrás del Templo de Debod y del Planetario. Y eso a pesar de estar en un lugar alejado del circuito cultural tradicional (junto al metro Cruz del Rayo).

El número de visitantes que tenía no se acercaba, ni de lejos, a los grandes museos de arte de la ciudad. Pero no era esta su función, como no lo es tampoco para el Museo de Historia de Madrid o el Museo de los Orígenes. La función de este tipo de museos es la didáctica. Presentar al mundo, y sobre todo a los propios ciudadanos del lugar, la historia de la ciudad. Hacerla comprensible, clara, cercana. De ahí también su gratuidad: los museos de arte son universales, no hace falta fomentar su visita porque todo el mundo quiere ver La Gioconda, Las meninas.

La clave de este museo era precisamente esa: lo didáctico de sus materiales. La estrella eran sus maquetas. Maquetas como la de León Gil Palacio del Madrid de 1830 (conservada en el Museo de Historia actualmente), o la de la estación de metro de la Puerta del Sol hacia 1949 (que pudimos disfrutar en una exposición en el Centro Cultural Conde Duque). Pero también importaban otros materiales menos elaborados, como biberones, que nos hablaban de cómo se vivía en Madrid en tiempos pasados. O secciones dedicadas a elementos tan fundamentales para el devenir de la ciudad como la distribución del gas o el desarrollo de la telefonía. Era, en fin, un museo que se alejaba de lo tradicional. Se alejaba de los cuadros, se alejaba de las caras porcelanas aristocráticas, y se centraba en explicar. En ofrecer herramientas para la interpretación de la historia de Madrid. Era, pues, un museo complementario de los de Historia y San Isidro.

Detalle de la maqueta de León Gil Palacio. Fuente: Wikicommons

¿Por qué cerró? Según la entonces directora general de Bibliotecas, Archivos y Museos, Ana Santos, por “la escasa calidad de la mayoría de piezas de sus colecciones” (se ve que aquellas maquetas debían de ser muy «cutres»). Otra razón era la falta de presupuesto, pues el que había se quería dedicar a terminar las obras del Museo de Historia (calle Fuencarral). Y una tercera razón era que se pretendía trasladar el área de gobierno de Economía a este edificio, para poder ahorrarse el Ayuntamiento el alquiler de su sede en Gran Vía (todo lo dicho hasta ahora lo podéis encontrar aquí).

Sobre el primer punto me atrevo a decir que la idea que tenía de la museografía la directora general estaba muy alejada de la realidad (su currículum es maravilloso, pero en el área de las bibliotecas). Su concepto museográfico era moderno, muy moderno. Y la calidad del material era idónea para un museo de este estilo. Seguía la línea del Museo de Londres (según algunos era incluso su modelo): museo de referencia que se encuentra entre los mejores del mundo. Para muestra visitad este enlace sobre los premios recibidos por el Museo de Londres. Por cierto: el premio a mejor museo europeo se lo llevan el mismo año que cierran el museo madrileño.

En cuanto a la falta de presupuesto, diría que más bien se trata de un orden de prioridades. En este caso, la prioridad de reabrir el museo de la calle Fuencarral. Pero por lo que comentábamos más arriba, parece que los ciudadanos madrileños y los visitantes preferían este museo antes que el Museo de los Orígenes (no compararé con el de Historia de Madrid por encontrarse todavía en obras en aquel momento). Puestos a escoger (que creo que se podría haber evitado), ¿no debería de priorizarse lo que los propios visitantes prefieren?

Y en cuanto al tercer punto, sólo diré que jamás se produjo el traslado. Se produjo otro distinto. Las áreas de Economía y de Hacienda, hasta entonces separadas, se fusionaron y quedaron ubicadas en el edificio de la calle Alcalá 45. Un edificio que había sido vendido apenas tres años después de que el Ayuntamiento lo comprara (por un precio inferior al del mercado) y que en ese momento se estaba usando por medio de un alquiler. Sobre esto podéis informaros mejor aquí. Sí es cierto, hay que reconocer, que el edificio está en uso por otras oficinas del Ayuntamiento.

En vista de lo dicho, animo desde aquí a recuperar este espacio. Aprovecho que el actual gobierno de la ciudad habla de la necesidad de sacar Madrid del centro. Aprovecho que la cultura vuelve a ser el emblema de la ciudad. Y pido, en fin, que se recupere un espacio que resultaba de gran utilidad para la comprensión de nuestra historia. Facilitaba a los madrileños interesados en la historia de su ciudad acercarse a ella de una manera más visual y era, además, un elemento muy útil a los colegios para atraer a sus alumnos al conocimiento de su pasado.

 

Nota: las imágenes mostradas proceden, ambas, de Wikicommons.