Como ya avisé en el artículo anterior voy a hablar sobre la historia de la Feria del Libro previa a 1933. La propia organización suele comentar que su primera edición se celebró en 1933, bajo los auspicios del gobierno republicano. Es por esto que habitualmente se dice que su origen es republicano. Sin embargo, ¿dónde se encuentran sus orígenes? Eso es lo que voy a tratar de contestar en este artículo. Para quien quiera profundizar, voy a ir dejando enlaces a prensa de época (que ha sido mi fuente principal).

Las ferias del libro más antiguas del mundo son las de Fráncfort (del siglo XVI) y Leipzig (del siglo XVII). Sin embargo, es en 1916 la primera vez que la prensa española habla de una feria del libro.  Se trata de la que celebraron en medio de la Primera Guerra Mundial (IGM) en la ciudad de Lyon. La intención era más económica que cultural y estaba muy orientada precisamente a la guerra: Francia quería hundir las ferias alemanas. Por ello se dio mucha importancia a las potencias “aliadas” y se buscó, además, la implicación de España, celebrando un concierto dedicado al músico Enrique Granados, que había muerto un mes antes. Una muerte que, además, tuvo mucho que ver con la guerra: el barco en el que viajaba fue hundido por un submarino alemán.

Estado en que quedó el barco. Fuente: El País.

La importancia de esta feria de Lyon está en que es a partir de ahí que empieza a verse un interés de los libreros y editores españoles por potenciar la industria nacional. En noviembre de ese mismo año desde el diario El Liberal el escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo pidió apoyo oficial para realizar una Feria del Libro, haciendo comparaciones con la feria de Lyon y pidiendo que la feria buscase la proyección en el mercado hispano-americano. A raíz de esta crítica y petición la idea de una feria del libro empieza a expandirse, y aparece en otros periódicos como La Mañana o Economía nacional.

Y al estar convirtiéndose el tema en trending topic lo normal era que más pronto que tarde algún político quisiera sacar provecho. Así, en diciembre de ese año el diputado Augusto Barcia Trelles sacó el tema a colación en el Congreso de los Diputados. Aunque sin duda era un diputado apropiado para ello: escribía con frecuencia en el mismo periódico que inició el debate.

Además unos meses más tarde, el periodista José Casado incluyó, dentro de una propuesta para las fiestas de San Isidro, la celebración de una Feria del Libro. Se trataba de una carta al alcalde Francos Rodríguez que no sabemos si llegó o no a su destino. Aun así parece que remitió la carta a un alcalde comprometido con el libro, puesto que por lo que cuenta él mismo en un artículo en prensa hizo presentó al Congreso una enmienda a la Ley de Presupuestos para incluir en ella medidas que favorecieran a la industria editorial.

Fruto del debate se llega, en febrero de 1926, a la aprobación de una ley que instituye el Día del Libro. El día escogido fue el 7 de octubre, para conmemorar “la fecha del nacimiento del príncipe de las letras españolas Miguel de Cervantes Saavedra”. Esta ley, que incluía ya la obligación de otorgar un descuento en libros, ordenaba concretamente a las Cámaras Oficiales del Libro de Madrid y Barcelona a iniciar el reparto de un premio anual al artículo periodístico en castellano que mayor “estímulo de amor al libro” o a la cultura generase.

Como siempre, hubo gente que ponía pegas a todo. Así, en el diario El Siglo Futuro se pudo leer unos días antes de esa primera Fiesta del Libro un artículo en el que decían cómo había de ser la fiesta:

El Siglo Futuro (21 de septiembre de 1926). Fuente: BNE.

En definitiva: que la Fiesta del Libro tenía que ser la del libro que ellos quisieran. Que lo que la gente quisiera daba más bien igual.

Más lógicas fueron en cambio las críticas de Gómez de Baquero en El Sol. Críticas que se centraron, sobre todo, en la elección del día. Aunque hoy se mantenga la Semana Cervantina de Alcalá (por poner el mayor y más importante ejemplo) en torno a estas mismas fechas, la fecha del nacimiento de Cervantes era y es incierta. Hoy en día, y por lo que cuenta Gómez de Baquero también entonces, lo más frecuente es aceptar el día 29 de septiembre como el del nacimiento. Veremos que más adelante se hará caso de este tipo de críticas.

En cualquier caso la fiesta fue un éxito en toda España y prontamente todo el mundo pidió que no fuera tan solo un día, sino que se prolongase a una semana la duración de esta fiesta. Al confirmarse el éxito del segundo Día del Libro estas peticiones ganaron voz, hasta que a falta de un mes para la celebración del tercero la Cámara del Libro decidió aprobar la organización de una semana.

La “semana” de 1928, al igual que los “días” de años anteriores, también fue un éxito. Y un éxito todavía mayor, porque ya no era simplemente que hubiese numerosos actos y actividades institucionales en estos días. Ahora la gente compraba, se animaba y llenaba los puestos. Se había convertido ya en algo similar a lo que es ahora: un acto en el que no sólo importa el aspecto cultural, sino que es ya una verdadera actividad comercial. Una feria. Y para muestra una imagen:

Nuevo Mundo (12-10-1928). Fuente: BNE.

Como ya vimos en el artículo anterior, esta fiesta del libro se celebraba a las puertas de las librerías y editoriales, pero no era esa la única diferencia con la actual Feria del Libro. La otra gran diferencia es la fecha: hasta 1930 se celebró siempre en torno al 7 de octubre.

Pues bien, esta cuestión se resolvió pronto. La Cámara Oficial decidió en octubre de 1930 mantener los actos en esas fechas, pero trasladar los premios al día 23 de abril (muerte de Cervantes). Y al final, con la llegada de la República, se acabó cambiando también la fiesta en sí. En 1931 empezaría, por lo tanto, el 20 de abril, para cubrir la fecha de la muerte. Aunque nuevamente esta situación sólo duraría un año, puesto que en 1934 ya empezó a celebrarse en mayo.

Llegados ya a este punto me gustaría preguntar: ¿entonces la I Feria del Libro se celebra en 1933? Yo diría que no. Para mí la primera sería la de 1926, y eso significa además que no es una fiesta de origen republicano. Como esto que digo es ya una valoración personal de los hechos que expuse, recalco que en este artículo (de la Feria de 1933) el alcalde Pedro Rico reconocía el pasado de la Feria. Que simplemente ahora el Ayuntamiento permitía un lavado de cara con el permiso de uso del Paseo de Recoletos.